viernes, 25 de enero de 2008

Suicidio, eutanasia

Muchas veces el suicidio es consecuencia de los mismos instintos que nos obligan a evitar el dolor. Es algo que se ha verificado en otros mamíferos; más que todo en ballenas y delfines... El caso de estos animales es sublime: delfines que repetidas veces impactan su cabeza contra los límites de los espacios donde permanecen en cautividad, y ballenas que eligen acompañar a otra que cae en desgracia, a la que de alguna manera escuchan. Paradójico mecanismo donde la muerte de un individuo equivale a una misma suerte colectiva; extraña rebelión contra Dios o la Naturaleza. Si la vida es un regalo o no, igual la devuelven. Si existe o no un infierno, poco importa. No creen en Dios todopoderoso, creador del Cielo y de la Tierra.

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La diferencia que tenemos los humanos, según dicen algunos, es que los animales "desconocen" la muerte o lo que implica su acto, al parecer un final involuntario. En cambio nosotros sabemos lo que hacemos... suficiente para excusar nuestros rodeos a la hora de disponer de nuestras vidas y llamar al suicidio, eutanasia.

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