lunes, 21 de enero de 2008

Encuentro póstumo

Había en el mar
una doncella que no sabía nadar.

Se dejó llevar
y el mar me la vino a entregar...

Despierta linda, ¡despierta!

Y no despertaba...

La cargo y nos llevo a la orilla,
pero un erizo envidioso me picó.

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