Angelito que escupes fuego:
no creas como íntima esa voz
que intrusa te habla frente al espejo.
Fue Satán, quien buscando concubino
me regaló esa lluvia de estrellas
concupiscentes y esquizofrénicas
que se apagaron esa noche dichosa
en que ambos, en secreto celebramos
en silencio.
Pero Aquél, de quien no se conocen amores
sigue encadenado aún al recuerdo de su destierro.
Nos encadena en su odio a un dios ya muerto
y marchita nuestro espíritu, que siempre joven, desea volar...
Hace 15 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario