viernes, 18 de enero de 2008

Breve tratado de demonología

Nuestros demonios hablan nuestra lengua, y cuanto más personales sean, mayor será su exclusividad de respiración en nuestro ámbito.

Legiones enteras pueden caber en un sólo puerco: pero existen demonios exclusivamente personales; y por esto, incomprensibles para otros e incomunicables...

Es nuestra atmósfera la que respiran, espantando -sin quererlo nosotros- a personas queridas; y a veces pasa que nos encierran en nosotros mismos, sumiéndonos en desolación.

En la ausencia de dios (ese típico espejismo de los desiertos), nos queda el consuelo mil veces vilipendiado del amor humano: únicamente efectivo cuando, por nuestros tratos con demonios, no nos hemos convertido en fantasmas.

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