Mucha arena ha caído.
Hagamos de ella un castillo
y un calabozo.
En él, enterremos demonios
que en tiempos de duda
susurraban espejismos
del ser alado.
En el castillo,
nuestras viejas pieles.
Vayamos desnudos al oásis,
a por un nuevo par de alas...
Vayamos guiados,
cuando el sol no queme.
Hace 15 años
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