lunes, 21 de enero de 2008

El anarquista

El anarquista jugaba con fuego. Yo lo conocía... Padecía también del delirio mesiánico de querer asumir la responsabilidad de destruir absolutamente todo. Una especie de anti-mesías, pues. Pero la dialéctica cristiana hace esto incomprensible. Su propósito algunos dirán que no era "noble", pero bastaba con que fuera posible. Era Shiva, y a todos nos toca ejecutar sus movimientos espirituales de manera inevitable. Por esto nadie lo comprendía: sólo yo hacía el más honesto y sincero intento. Yo le gritaba, y el tipo se metía por caminos extraños, y yo creía que era eso lo que a todos nos iba a tocar. Había escuchado de ciertas cosmogonías que enseñan que cada partícula de alma experimenta todo lo que fueron las demás.

Y así fue.

La buena nueva: no hay nada nuevo bajo el sol... El tiempo no existe. Todos los movimientos constituyen reproducciones. Presente, pasado y futuro existen al mismo "tiempo" (piénsese en un DVD de proporciones cósmicas). Todos los discos han sido grabados, todo está escrito. Los dioses se entretienen... Habría que entender sus razones.

Esa vez, comprendí realmente al anarquista... y digo esto sinceramente: comprendí su risa.

No hay comentarios: