lunes, 21 de abril de 2008

El lobo estepario

Ver Steppenwolf

Los perros no son los únicos animales a quienes se intenta domesticar... El hombre se sabe animal: por esto se crean todas las reglas que al principio no entendemos y que inculcan mediante condicionamiento (asociar una sensación de malestar o dolor con comportamientos "indeseables", incluso aquellos que otrora eran placenteros), pues no hay otra manera.

Luego, casi al mismo tiempo, se nos enseña también a "domesticar", responsables que somos de nuestra condición animal. La única garantía de éxito de semejante arreglo es el compromiso que deben adquirir la casi totalidad de los individuos para que cada uno, de acuerdo a sus capacidades, ejerzan la misma labor de poda que ejercieron otros con ellos. Cualquier diferencia sería de método, señores: se prefieren siempre los más eficaces. Los últimos avances permiten adelantar parte de esta labor en el feto, e incluso antes.

El conjunto de expectativas y normas que la sociedad imprime en las personas de manera continua constituye el "Superyó" freudiano, siendo el "Yo" la parte de nuestra psique supeditada a la anterior, y en perpetuo estado de negociación frente a las demandas del "Ello" o Inconsciente, no siempre favorecido por las pretensiones del "Superyó" de usurpar al "Yo" la toma de decisiones.

Y he aquí al lobo estepario. Un ser probablemente estúpido (aunque vale la pena preguntar qué le diferencia de los mongólicos). Freud dió en el blanco al asegurar que semejante lucha por un trecho considerable de tiempo es el origen de toda "neurosis". Pero se equivocó al delimitar de manera tan pobre las necesidades reales o imaginarias del "Ello" (más precisamente: nuestra parte animal).

He aquí el origen de la distinción arbitraria entre "el bien y el mal" y la idea (presente en muchas religiones) de que eso que llaman "superyó" es algo indeseable... He aquí también el origen de la taxonomía completa de seres no completamente humanos: ratas, vampiros, zorros, zorras, gallinas, gallos, gallas, perros, perras, patos, conejos, chinches, piojos, etc.1

En el caso particular del lobo estepario se observa la casi total imbecilidad para mantener satisfechas las demandas de su parte animal y su contraparte "humana" de manera simultánea, o de lograr una tregua. Suponiendo que llegara finalmente a lograrlo (obviamente sin haberse deshecho de cualquiera de sus partes que le humillaban o condenan), debe ahora lidiar con las demandas de otras "contrapartes" humanas (como sucede en oficinas, eventos recargados de solemnidad, etc.) Sería algo que, de lograrlo, constituiría su más grande hazaña de malabarismo.

Notas:
1. Y chiripas, en el gobierno de Caldera.

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