Érase una vez el fin del Universo (del nuestro). Todos nos veíamos a la cara; Dios no estaba en ninguna parte... pero el Universo (o algo que parecía ser más que la suma de todos nosotros) nos recordaba en varios idiomas -y de varias maneras- lo siguiente:
Felicitaciones. Habéis llegado aquí por vuestros propios medios.
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