sábado, 22 de marzo de 2008

Sobre el vampirismo en los siglos XX y XXI

La muerte es el desgaste de la descripción.

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Emulando la frecuencia energética de cualquier ser humano (sus gestos, pestañeos, titubeos...) agotamos su manifestación divina aquí en la Tierra o la razón misma que justifique su existencia en este plano. Esto suele suceder con mayor frecuencia cuando el planeta pueda prescindir de su influencia como redundante, aunque su incidencia es menor cuando ésta dependa del mayor número para otros propósitos (como asegurar la especie).

Por esto sorprenden los múltiples casos relativamente recientes de grupos de inescrupulosos que se encargan de inocular en los incautos una nueva razón de ser, 100% ajena a sus personas, y que de otra manera no hubiese aparecido de manera espontánea o voluntaria... Esto contrasta con la manera en que antaño un vampiro podía otorgar vida eterna, pues lo que sea que siembren estos "íncubos" precisa de un "súcubo" para extraerlo (algo de lo que no es necesario que se encarguen 2 personas).

¿Tácticas de monopolio sobre "necesidades" que eventualmente el Universo, tratándose de un grupo considerable de individuos, percibiría eventualmente como legítimas o necesarias? Pues a estas personas se las mantiene con vida en pos de un objetivo que todavía desconocemos, y del que sospechamos que sea lo suficientemente vago para que el Universo, por los momentos, les consienta la gracia.

Seguiremos informando.

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